7 diciembre, 2024

Un recorrido por los infiernos del Mictlán

Un recorrido por los infiernos del Mictlán

Alma Bernal: texto. Brenda Cano: diseño.

Toluca, México; 6 de noviembre de 2022.

La leyenda del Mictlán es parte de la cosmogonía del México antiguo y da respuesta a preguntas que rondan la cabeza del ser humano desde siempre: ¿qué pasa cuando morimos? ¿Hay vida después de la muerte? ¿A dónde vamos al morir?

Según esta leyenda mexicana, el Mictlán es el lugar del descanso eterno para las almas de quienes se nos han adelantado en el camino y fue creado por los dioses.

Para llegar al Mictlán se tiene que atravesar por 9 niveles que van descendiendo de manera vertical en el espacio y el tiempo.

Después de un viaje de 4 años atravesando obstáculos que miden la fortaleza de nuestro espíritu, nos encontramos las puertas del Mictlán, en donde nos reciben el señor de la muerte Mictlantecuhtli y la diosa Mictlancihuatl.

Para los mexicas la muerte no es súbita, es una transformación gradual. Cuatro años es el tiempo en el que un cuerpo tarda en descomponerse. En las culturas prehispánicas se acostumbraba mantener los cuerpos de los fallecidos cerca hasta convertirse en huesos, signo de que han llegado a su destino.

Los mexicas tenían una visión dual y cíclica del universo. Según sus creencias, la vida se rige por opuestos: el día y la noche, caliente y frío, vida y muerte. La leyenda mexicana del Mictlán comienza cuando los dioses creadores, Huitzilopochtli y Quetzalcóatl, dieron vida a Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, señor y señora de la muerte. Son los dioses de la muerte los que se encargan de recibir las almas de quienes alcanzan el Mictlán y decidir el destino de quienes fallecen, dependiendo de la manera en la que murieron.

El Mictlán no es el único lugar al que van los muertos. Según la leyenda, existen otros 3 espacios a donde llegan las almas, según la manera en la que murieron, y son los siguientes:

El Chichihuacuauhco: es el árbol que amamanta a los bebés que volverán a nacer. A este lugar llegan los niños fallecidos en donde un gran árbol los amamanta hasta el momento de nacer nuevamente.

El Tlalocan: es el paraíso donde manda Tláloc. El señor de este lugar es el dios Tláloc y su reino está reservado para las personas cuya muerte tuvo que ver con el agua.

El Tonatiuh Ilhuícatl: este cielo está regido por el Sol y es el último lugar de descanso de guerreros, sacrificados en tributo y mujeres que fallecieron durante el parto.

Los 9 niveles del Mictlán: el viaje que todos haremos

El Mictlán es una de las leyendas mexicanas más sólidas y de la que tenemos más detalles, pues forma parte de la cultura del México prehispánico que casi perdemos a causa de la conquista. Para llegar a él se pasa por 9 universos, dimensiones o niveles en descenso, las cuales presentan distintas pruebas para el alma de los fallecidos, y son:

El Itzcuintlan (lugar en el que habita el perro: este es el primer nivel para llegar al Mictlán. La leyenda cuenta que en este lugar hay un río de aguas caudalosas llamado Chiconahuapan, el cual sólo se puede atravesar con ayuda de un Xoloitzcuintle, los perros que ayudan a los difuntos en su viaje al Mictlán. Se dice que si en vida se maltrató a algún perro o animal, no se será digno de recibir su ayuda y se quedará vagando a las orillas del río por toda la eternidad.

Si se logra tener un Xoloitzcuintle como aliado, ayudará a cruzar las aguas del río y evitar a Xochitonal, la iguana azul gigante que se encarga de las almas que se aventuraron a cruzar sin acompañante.

Tepectli Monamictlan (el lugar de los cerros que se juntan): se trata del segundo nivel consiste en cruzar en el momento preciso justo en medio de 2 grandes cerros que chocan entre sí de manera constante. El precio de fallar es el de ser triturado por estas montañas gigantes. En esta región gobierna Tepeyollotl, dios de las montañas, los ecos y señor de los jaguares. Un alma recién llegada se encuentra con el Xoloitzcuintle que le ayudará a cruzar.

En el Iztepetl (montaña de obsidiana) manda Itztlacoliuhqui, dios de la obsidiana, señor del castigo y custodio de un cerro cubierto de filosos pedernales que desgarran al pasar.

El Itzehecayan (lugar donde hay mucha nieve): hay una serie de collados cubiertos de hielo con vientos atroces capaces de descubrir ropas y pertenencias de la vida que se está dejando.

Paniecatacoyan (lugar donde la gente vuela): cuenta la leyenda que “El lugar donde la gente vuela” está en las faldas del Itzehecayan. Aquí no hay gravedad y se termina de perder lo poco que se traía del mundo de los vivos. El camino es largo, pero se está cada vez más cerca de la eternidad.

Timiminaloayan (lugar donde te flechan las saetas): al dejar atrás el bosque sin gravedad comienza un camino muy amplio de piedra lisa suspendido en el espacio y el tiempo. La leyenda del Mictlán cuenta que todas las flechas que se han perdido en batalla vuelan a través del camino, acribillando a las almas que van caminando desnudas.

Tecoyohuehaloyan (lugar donde te comen el corazón): aquí los jaguares del dios Tepeyollotl les abren el pecho y se comen los corazones de las ánimas.

Izmictlan Apochcalolca (lugar de las aguas negras): las almas terminan de descarnar y atraviesan un salvaje río de aguas negras. Los dioses de la muerte reciben a las almas en el Mictlán.

Antes de llegar al descanso eterno, las ánimas exhaustas deben atravesar los nueve caudales del río Apanohuacalula, los nueve estados de la consciencia.

Estas nueve corrientes tienen la propiedad de ayudarle a estar en paz con la vida que tuvo y lograr elevarse a un nivel superior, haciéndose digno de entrar en él. Esta leyenda mexicana concluye con los señores de la muerte recibiendo a las ánimas y dándoles la bienvenida a la eternidad diciendo: “han terminado tus penas, vete pues, a dormir tu sueño mortal”.

almabernalt2022@gmail.com

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