Toluca, México; 4 de marzo de 2019. Los canales del agua recorren ocultos el pueblo y lo riegan contaminándolo debido a que contiene plomo y mercurio, recogidos del afluente del Lerma. Es un páramo este pueblo, atravesado por los ductos de Pemex que llegan hasta Tula, en Hidalgo. Aquí, por ejemplo se practica la cacería de patos y la pesca en todos los estanques que llena la lluvia. Hace cuatro años aparecieron cuerpos abiertos en el Cerro Pelón, cerca de la colonia Aviación, sin órganos, rellenados con billetes y colgando de ellos siniestros carteles de agradecimiento.
“Gracias”, escribieron quienes extrajeron los órganos de jóvenes donantes, y que tuvieron la mala suerte de hallarse donde sus captores estaban.
– No, mi camarada -dice mirando los agujeros excavados -aquí todos los comandantes de la policía municipal saben lo que pasa. Saben que en el Llano de la Y y hasta el final de San Cristóbal Huichochitlán están los laboratorios de metanfetaminas. Unos dicen que los controlan líderes ambulantes porque también los reparten al menudeo.
Después mira de nuevo y dice que “a mi me dejaron aquí solo, sin posibilidad de ascenso, olvidado porque endenantes no le entré. Luego que quise ya no quisieron que le entrara y aquí sigo”. Entonces ríe y su risa la barre el viento, regándola como el agua entre las milpas que disimulan los ductos abiertos. Todos los días, a eso de las cinco de la tarde, un helicóptero de la Federal sobrevuela Autopan y traza su círculo de ametralladora sobre los estanques. Un hombre cuelga afuera, mientras apunta a blancos inciertos
Esto es apenas la periferia de San Pablo Autopan, al norte de Toluca y que contrasta con el opulento sur del municipio, donde viven en casas que rivalizan con el lujo narco funcionarios como Eduardo Gasca Pliego, ex rector de la UAEMéx o la familia de Jorge Jiménez Cantú, que habita una mansión de dimensiones imposibles en la esquinas de Cuervos y Jinetes, y que tiene como referencia la escuela privada Paideia, en la avenida Calzada del Pacífico. Jorge Olvera, comisionado de los derechos humanos del Edoméx, también vive allá.
Pero Autopan no es el sur y encarna la miserable realidad de las vidas condenadas al día a día, a la violencia del hambre, el exceso del combustible y los espacios arrebatados a la basura, al hacinamiento, a la llegada de otros para acaparar tierras y gentrificar. Con la capacidad de abrir a todos los oriundos, pues, y quedarse con los espacios.
-Ámonos a la verga -dice. Y en su media vuelta pisa las hojas del maíz, que quieren decir volver a hacer las cosas, refundar hasta la tierra.
– Amos por un refresco – dice, y atrás se queda lo mismo que hay adelante: las calles de polvo, el destino previsible del retroceso a pesar de que no se pueda más.
Y dice: siempre hay algo más pobre en esta miseria que ves.
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Las 21:05 del 18 de febrero de 2019.
– ¡Ábranse a la verga! ¡Esto es un asalto!
Una tienda miscelánea en el corazón de Autopan. Pequeña, con las ganancias de apenas 2 mil pesos diarios que deben invertirse al otro día en nueva mercancía. Ganancias, ni siquiera es relativo.
Entonces, ábranse a la verga, dicen los cuatro asaltantes portando armas largas, que entraron a la miscelánea apuntando con armas. Para los cuatro que estaban ahí ábranse a la verga significó ponerse contra la pared y entregar lo que llevaban. En menos de 5 minutos la tienda quedó limpia y aunque se llamó a tiempo a la policía, ésta llegó 45 minutos después.
-¿No hay policía en Autopan, compa?
-Sí, pero no las usan porque los huachicoles les roban la gasolina.
Es verdad. Unas las tienen en la periferia y otras estacionadas en el Centro de Desarrollo Comunitario de San Pablo Autopan. Las estrategias de resguardo funcionan porque las patrullas no han sido robadas pero eso nada inhibe al violento norte.
Entonces, así están las cosas.
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Todavía sigue el huachicol. Los compradores acuden al pueblo de San Cayetano en busca del combustible. Por ahora no proviene de la región de Autopan y lo traen desde Hidalgo. Aquí lo distribuyen al menudeo y es más barato, pero hay muchos precios. Ahora que Toluca ha nivelado la distribución los precios han bajado pero en cuanto resurgen los rumores el huachicol sube. Hace medio siglo que esto sucede y sólo desde el supuesto se puede involucrar a los Miranda Nava, a los Zamora, a los De Luna, a los comandantes de la policía. En realidad no hay persecución y los detenidos apenas son algunos. No hay responsables o de ellos no se sabe. Hay mentiras para sobrevivir. Autopan y lo que contiene es una de ellas.