Miguel Alvarado
Toluca, México; 24 de agosto de 2019. Que las cosas. Que el infinito eterno de la caída del viento en las olas se apaga, epilépticamente cansado, ansioso de amar.
Eros Alesi era un joven que a pesar de recorrerse tanto, jamás puso un pie en México, porque prefirió otros paisajes, más extraños y desapacibles que estos, tan sicarios como los que nos tocan pero en una época en la que no había necesidad de morirse anunciándolo.
Era Italia y era Lazio, una región que en México equivaldría a un estado como el de Jalisco o Michoacán y en cuyo centro se ubica Roma. Era Lazio y era 1951 cuando nacía Eros Alesi, en realidad en Ciampino, una ciudad minúscula que le hizo las veces de cuna. Pero era Lazio, como la Lazio fascista del calcio que saludaba todavía a Mussolini a mediados de los setentas, con Giorgio Chinaglia como su gran estrella, y que después se apagó cuando lo pusieron a jugar junto a Pelé en el Cosmos de Nueva York.
Pero era Ciampino y cuando Eros Alesi nacía casi de inmediato fue la presa de su padre, el Felipe Alesi que también a veces se aparece en nuestras familias y que llena los cuartos de la casa con las cajas de su alcohol.
Alesi, Eros, nació para ser golpeado, primero por su padre y después por él mismo. Lo cierto es que de él se sabe muy poco aunque ahora ya se sabe más. En México, el primero en traer el trabajo de Eros Alesi fue Guillermo Fernández, el traductor del italiano más importante de México, quien elaboró hasta un libro ilustrado que circuló en Toluca y que inició a algunos de los escritores y poetas de esta ciudad en los caminos de nuestra madre Morfina.
Hay que decir ahora que Eros Alesi fue poeta al mismo tiempo que se dedicó con toda minuciosidad al oficio del heroinómano y de los ensueños ennegrecidos que regalan los barbitúricos. También viajó a la India, quién sabe cómo, pero regresó para morirse a los 20 años frente al famoso Muro Torto en Roma, sobrepasado en su habitual dosis el 31 de enero de 1971.
Pues sí, uno lo lee a cierta edad y se apropia de su grito, que en realidad no lo es, aunque tampoco se trata de un lamento. Y en los años de Guillermo Fernández vividos entre Toluca y México ese grito era un “que” que qué sé yo, filtrado en cada uno de nosotros. Juan Carlos Barreto, Rocío Franco o Selene Hernández, por mencionar a algunos de los poetas de la última década del siglo pasado en la ciudad, hicieron más famoso a Alesi y en eso, en leerlo, tenían razón.
Eros Alesi, como lo dicen todos los que hablan de él, es el último Rimbaud, incluso el verdadero Rimbaud que debió morir en combate allá en África, con una bala de sus propios contrabandos pero prefirió el rigor de la gangrena. Alesi y Rimbaud, sin embargo, van de la mano aunque el francés sea mundialmente conocido.
Hubo un tiempo en que algunos de nosotros quisimos ser poetas. Y si éramos malditos, mejor. La influencia literaria de Fernández nos alcanzó a todos e incluso hubo algunos que murieron de la manera más trágica. Incluso Fernández fue uno de ellos porque encontró su propia muerte en un homicidio que jamás se aclaró.
Más allá de eso que es la muerte, el paso de los años nos ha corregido pero no nos ha enmendado. Pocos de los poetas de Toluca lo son en realidad, pero esa característica es muy común. Juan Carlos Barreto es la voz más potente y plena actualmente y los otros no somos nada o somos otra cosa: reporteros, editores e incluso suicidas en el tono más alesiano que pudieron encontrar quienes eligieron esa ruta.
Alesi se murió solo, como alguien como él debía morir, después de regalar a sus amigos los papeles tachoneados que contenían sus poemas. Hoy en México es posible leerlo en ediciones de la editorial Cuadrivio, en una traducción de Hiram Barrios o hasta en la editorial toluqueña Bonovoz, que no son tan bonitas como las de antes. O sí, pero no queremos verlo ni nos importa.
La verdad es que para ese pequeño grupo de saltimbanquis Eros Alesi significaba mucho y sigue significando, pues cuando llegue el fin ese qué que quema tanto por fin podrá ser respondido.
Hijo de la calle, Alesi escribía lo que escribía sin ser un superdotado. Lo era, pero en otro sentido. Algunos críticos dicen que por qué, que por qué hay que darle crédito al vago que solo pudo llamar la atención matándose y que sus letras son la lírica de un obtuso. La muerte de Alesi no conmovió a nadie porque pocos lo conocían y sus poemas solo eran leídos en las barracas donde él pasaba las noches.
Nadie lo extrañó. Pero ahora sí.
El siguiente es una muestra de lo que hacía el infante suicida, y con esa muestra, la cuenta con la muerte está saldada.
Querida, dulce, buena…
Querida, dulce, buena, humana, social, mamá morfina. Que tú, solamente tú, dulcísima mamá morfina, me has querido bien, como yo quería. Me has amado totalmente. Yo soy el fruto de tu sangre. Que solo tú has logrado que me sienta seguro. Que tú has logrado darme el cuantitativo de felicidad indispensable para sobrevivir. Que me has dado una casa, un hotel, un puente, un tren, un portón, y los he aceptado; que me has dado todo el universo amigo. Que me has dado un rol social, que pide y da. Que a mis 15 años acepté vivir como ser humano, “hombre”, sólo porque estabas tú, que te ofreciste a crearme por segunda vez. Que me enseñaste a dar los primeros pasos. Que aprendí a decir las primeras palabras. Que son los primeros sufrimientos de la vida.
Que experimenté los primeros placeres de la nueva vida. Que he aprendido a vivir como siempre soñé vivir. Que he aprendido a vivir bajo los innumerables cuidados y atenciones de mamá morfina. Que jamás podré renegar de mi pasado con Mamá Morfina. Que tanto me ha dado. Que me ha salvado del suicidio o de la locura que casi habían destruido mi salvavidas.
Que hoy 22-XII-1970, que aún puedo gritarle a los demás y a mí mismo, a todo lo que es fuerza noble, que nada ni nadie me ha dado tanto como mi benefactora, protectora, mamá morfina. Que tú eres infinito amor, infinita bondad. Que yo sólo te dejaré cuando esté maduro para la muerte amiga o cuando esté tan seguro de mis fuerzas para lograr estar en pie sin las potentes vitaminas de Mamá Morfina.