Claudia es

Ciudad de México

Miguel Alvarado: texto. Morena: imagen.

Desde las seis de la tarde, Sanjuana Martínez, la señalada directora de Notimex, anunciaba en sus redes sociales que Marcelo Ebrard “se bajaba de la contienda”. Hoy era el día para que Morena y sus aliados, el Verde Ecologista y el Partido del Trabajo, de cuestionable historial político, eligieran a la coordinadora de la Defensa de la Cuarta Transformación, un título o cargo que se inventó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para evitar sanciones y al mismo tiempo armarse unas larguísimas precampañas que darían continuidad a las actividades de los aspirantes morenistas a la presidencia de México. Claudia Sheinbaum, por ejemplo, hace más de dos meses que había logrado tapizar a casi todas las ciudades medianamente grandes del país con el eslogan de #esClaudia y de su inconfundible sombra. Hoy, que se le ha declarado ganadora, se ha transformado efectivamente en una sombra, en la de López Obrador y en la del continuismo de las formas y los fondos del viejo PRI, que ahora nuevo y renovado se llama Morena.

A las seis de la tarde, también, un desencajado Marcelo Ebrard salía en un video casero denunciado la presión de la policía contra su equipo en la sede del conteo. Ya sabía, desde muchas semanas antes, que perdería y que si quería ser presidente de México -¿por qué este tipo de personas quieren ser presidentes?- debería buscarle por otro lado. Así que aceptada la derrota y denunciadas las trampas, Ebrard ya no salió a la conferencia final, que encabezó otro impresentable, Mario Delgado, acompañados de sus dos manos derechas, Citlalli Hernández y Alfonso Durazo, este último gobernador de Sonora y extrañamente envejecido. Subieron a una tarima todos los involucrados. Una sonriente Claudia adelantaba lo que las redes sociales ya daban como un hecho. Sólo ella estaba contenta porque los demás, como lo hicieron por décadas los priistas, se mostraban secos, dolidos y obligados a cumplir un protocolo que de unidad no tenía nada. Cuánto les duele perder, pero debe doler más acariciar ese poder y no ser capaces de obtenerlo.

Marcelo, entonces, no salió. Para qué. Entonces dio comienzo una larga obra de teatro escenificada por las corcholatas restantes, que ahora destapadas ocupaban su lugar natural que es el suelo. Manuel Velasco, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal y Claudia, que es la es, esperaron pacientes a que Delgado terminara para que Durazo leyera los resultados de las encuestas encargadas por los morenistas que validaban ese proceso, que resultó muy priista, muy panista, muy propio de la ultraderecha y de los gobiernos neoliberales porque con una candidata elegida de antemano, se obligó a los demás a la simulación.

Durazo comenzó leyendo los resultados de las cinco encuestas, en un salón del World Trade Center de la Ciudad de México y en todos ellos el gigantón Ebrard obtenía entre 26 y 25 puntos. Claudia siempre lo superó. En una obtuvo 31 puntos y en otra hasta 39. No había más que decir y para ese momento lo que habían pasado se quedaba muy lejos y por ahora muy resguardado entre la memoria de los perpetradores de ese proceso.

Marcelo Ebrard se irá al partido Movimiento Ciudadano, que lo vio nacer en las lides políticas siempre y cuando lo hagan candidato para la presidencia. Seguramente así será. Xóchitl Gálvez representará a la trapacería panista, priista y perredista, y ahora Claudia, que es la que es porque no le queda de otra, estará con la casaca de Morena. Los tres, además de querer el poder porque lo necesitan para sentir que desde ahí pueden ser definidos, representados y descritos, tienen en común otra característica. Y esta es que los tres fueron colocados en donde están por el gran destapador en el que se ha convertido Andrés Manuel López Obrador, la mano que, junto con el ejército, los empresarios y fuerzas que apenas imaginamos, sigue meciendo la cuna de un México que ha cambiado radicalmente sólo para seguir igual.

Así, pues, AMLO tiene tres candidatos.

A Gálvez él la destapó, él la hizo famosa y necesaria, él incidió para que ganara el proceso interno de los “conservadores” y él la legitimó a fuerza de descalificarla desde la famosa Mañanera, diseñada para esos menesteres. Xóchitl no es enemiga de AMLO y puede decirse que está más enfrentada con el priismo que con el presidente. Es su aliada secreta y ha actuado tal y como él lo quiere. En lo que toca a Ebrard, era un strike cantado que perdería y que buscaría el cobijo de Movimiento Ciudadano. Ojo, públicamente puede decirse que ha roto con Morena y con el presidente, pero no es así. Él y AMLO siguen siendo tan amigos y colaboradores como siempre. Y Claudia, la del vestido morado uy un dije en forma de corazón, siempre fue su delfín, la carta abierta en todas las mesas en las que el presidente ha jugado.

El resultado final es que López Obrador tendrá a tres cirqueros en las pistas de su enorme carpa. Los tres responden a sus deseos y los tres le aseguran la continuidad de su proyecto de poder, neoliberal, militarizante y extractivista.

Por ahora, Claudia es.

Alvarado López
Alvarado López
Reportero de investigación, se especializó en temas como el de Ayotzinapa y el narco en el Estado de México. Lamenta mucho que le sea muy difícil no escribir de otra cosa que no sea eso. Tiene dos libros publicados, “La guerra que nos ocultan” y “Los infiltrados. El secreto de Ayotzinapa”, este último con el sello de VCV. Participa en la Asamblea Tenemos que Hablar, que defiende los derechos laborales de periodistas y trabajadores de medios de comunicación.

Últimas entradas

spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

Artículos relacionados