Ciudad de México
Brenda Cano: diseño. Miguel Alvarado: texto.
La familia de Julio César Mondragón Fontes, normalista de Ayotzinapa asesinado en Iguala la madrugada del 27 de septiembre de 2014, ha sido espiada por el ejército mexicano, que sigue y monitorea las actividades de ellos y del colectivo Los Ojos de Julio en Guerrero, en el Estado de México y en la capital mexicana. No sólo eso. Un miembro de su familia sufrió un atentado en la carretera Toluca-Tenancingo del cual apenas pudo salir con vida. Este acoso se suma al desdén con el que la Comisión de la Verdad para Ayotzinapa los trata. No les comunica los avances que hay en torno a la tortura y asesinato de Julio César y les exige que consigan un abogado cuando la familia no cuenta con recursos suficientes para costear uno. A ocho años de los asesinatos de Iguala, los Mondragón no saben qué contiene la investigación en torno a su familiar. Sus reclamos terminan encontrando paredes sordas y funcionarios inconmovibles, que no dan la cara y menos plantean estrategias para que la familia pueda leer al menos el expediente de Julio César.
La minuta 174713 del Sistema de partes de novedades y alertas del programan Sí Alerta y el Parte de Novedades de la Fiscalía de Guerrero reportan un seguimiento a alumnos de Ayotzinapa y asistentes a la ciudad de Iguala el 27 de febrero de 2021, a la celebración de un homenaje dedicado a Julio César Mondragón Fontes, así como a otros dos alumnos asesinados de aquella normal el 26 de septiembre de 2014. Los normalistas y familiares de los alumnos caídos llegaron a los monumentos en honor a ellos para depositar flores y hacer guardias. Primero, estuvieron en la esquina de Juan N. Álvarez y Periférico norte. Después acudieron al Camino del Andariego para visitar el monumento de Mondragón. Esas actividades fueron vigiladas por policías estatales y municipales, y reportadas al ejército mexicano.
El seguimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a las actividades relacionadas con el caso de Ayotzinapa ha sido constante desde septiembre de 2014, y ha quedado registrado en los partes que hasta estadísticas generan.
El Diario de Información y Análisis es un documento generado por el ejército todos los días. Ahí se da cuenta de situaciones relacionadas con la seguridad nacional y con eventos que se consideran, por lo menos, dignos de observación. El del 29 de diciembre de 2015 era monitoreado Felipe de la Cruz, el ex vocero de los padres de los 43 desaparecidos, era seguido, lo mismo que profesores de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (Ceteg) y 17 autobuses de pasajeros que se dirigían a la normal Isidro Burgos, junto con algunas pipas que llevaban combustible. Los soldados registraron todo. Hasta ese día, habían65 vehículos retenidos por los normalistas, incluidos camiones repartidores de galletas y refrescos. El seguimiento fue separado por los soldados en los siguientes rubros:
Marchas.
Plantones.
Mítines.
Actividades de boteo.
Caravanas.
Concentraciones.
Retención de vehículos.
Incineración de vehículos.
Toma de instalaciones.
Concentración en instalaciones militares.
Paro de labores.
Daño a instalaciones.
Actividades de búsqueda.
Extracción de combustible.
Ayuno y huelgas de hambre.
Quema de presidencias municipales.
Reuniones.
En total, el ejército contabilizó 2 mil 700 acciones hasta el 29 de diciembre de 2015. Meses después, ya tenía desglosadas 3 mil 20 acciones, hasta el primero de marzo de 2016. Todas las actividades relacionadas con el caso de los 43 fueron vigiladas y seguidas, así como clasificadas diariamente en cuadros que describían esas acciones, semanalmente.
El atentado contra el hermano de Julio César
Cuitláhuac Mondragón, tío del normalista de Ayotzinapa asesinado, señala que ese espionaje ha sido constante. Por ejemplo, en 2022 acudieron a Chilpancingo, Guerrero, para entrevistarse con militantes de organizaciones de derechos humanos. Esa reunión tenía carácter de privada y no se había comentado en redes sociales, salvo en grupos de whatsapp. Al llegar a la capital guerrerense eran esperados por un reportero que quiso abordarlos para obtener información acerca de sus actividades en la búsqueda de justicia para su familiar. La filtración de esa reunión dio al traste con las citas de aquella jornada, y les confirmó que sus redes sociales y celulares se encontraban intervenidas.
Luego, el 14 de abril de 2023 el periódico Eje Central y el reportero José A. Rivera afirmaron, sin una sola prueba y sin mencionar fuentes claras, que Julio César Mondragón Fontes había muerto desollado porque los Guerreros Unidos habían descubierto que era un agente infiltrado del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Lo perfilaron como infiltrado, lo mismo que hizo el conductor Jorge Fernández Menéndez en la película La noche de Iguala y en un libro del mismo nombre, realizados poco después de los sucesos. Ahí, el autor ubica a Mondragón Fontes como líder del cártel de los Rojos.
Sin embargo, la acción más violenta contra la familia del normalista fue el atentado que Lenin Mondragón, el hermano de Julio César, sufrió el 14 de marzo de 2022 cuando circulaba a las 21:45 sobre la carretera federal Tenango del Valle-Tenancingo, a la altura del poblado de Zictepec. La denuncia, “contra quien resulte responsable”, que hizo Lenin fue clasificada como “de hechos” por las autoridades de la Fiscalía del Estado de México por una razón inexplicable y quedó asentada en el expediente IXT/TGO/02/MPI/184/00420/22/03
Ahí, Mondragón narra que fue seguido por un vehículo Versa blanco, que lo rebasó a la altura del pueblo de Atlatlahuca. Más adelante, en el tramo de San Pedro Zictepec, se volvió a encontrar al mismo auto Versa, atravesado esta vez en diagonal sobre el acotamiento. Cuando Lenin se acercó lo suficiente, el auto Versa arrancó hacia él, en sentido contrario hasta cerrarle el paso.
Entonces, del Versa salieron dos personas del lado derecho. Iban vestidos como civiles y portaban chalecos táctico o antibalas. Llevaban el rostro cubierto y sendas gorras les cubrían las cabezas. Cada uno de ellos llevaba un rifle de asalto Ak-47 o “cuerno de chivo”.
Uno de los pistoleros se ubicó al lado de Lenin, en la ventanilla del conductor, y el otro se puso frente a la camioneta en la que iba, una Silverado que pertenecía a la Secretaría del Bienestar, donde trabaja el joven.
Entonces el que estaba junto a él comenzó a pegarle al vidrio con la culata del arma. Lenin se echó en reversa para tratar de evadir al Versa que le cerraba el paso. Esa maniobra le sirvió además para echarle el vehículo encima a los que le apuntaban y tratar de arrollarlos. Con uno lo consiguió, pero el otro abrió fuego contra Lenin, que escapaba por el carril izquierdo rumbo a Tenancingo, en busca de ayuda.
Los disparos penetraron en la camioneta del joven. Las balas rompieron el medallón y el parabrisas. Dañaron el asiento derecho, el espejo retrovisor y otros puntos del vehículo. A la entrada de Tenancingo encontró un convoy de soldados y se detuvo con ellos. También llegaron policías estatales y municipales. Los primeros indicios marcaron 15 disparos recibidos. Lenin escapó de milagro, pero la policía no ha encontrado a los agresores y el ejército tampoco. Como vigilantes de la seguridad pública la actuación militar se ha limitado a eso, a ver. Tampoco puede precisar el móvil del atentado, aunque la familia considera que está relacionado con el caso de Ayotzinapa.
Otros espionajes
El ejército mexicano espía a periodistas, activistas, padres de familia de alumnos de Ayotzinapa y a defensores de derechos humanos. Lo ha hecho por años y lo sigue haciendo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ha dicho que el ejército no realiza espionaje sino inteligencia, y no ha podido justificar esas acciones.
Aunque él mismo se asume como de izquierda, ha entregado un considerable capital político y operacional al ejército mexicano. Le ha dado el mando de la seguridad pública y de más de 260 operaciones que anteriormente eran llevadas a cabo por civiles. Además, exculpó al general Salvador Cienfuegos, quien era secretario de la Defensa en el momento en que los 43 normalistas de Ayotzinapa fueron levantados y asesinados, lo exoneró de cargos por narcotráfico y por la responsabilidad que tenía en aquellos levantamientos y asesinatos como jefe máximo del ejército.
Pero que el actual ejército espíe debe probarse. Y a eso se han dedicado la Red en Defensa de los Derechos Digitales, y que forma parte del Access to Knowledge Coalition (A2K). El 7 de marzo Luis Fernando García, director de la Red; Leopoldo Maldonado, director de Artículo 19 y Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos en Nuevo Laredo, Tamaulipas, presentaron el informe Ejército Espía, en el centro de derechos humanos Agustín Pro.
Cinco meses antes, esas mismas organizaciones habían denunciado espionaje del ejército en contra de activistas y periodistas en la actual administración federal, en diferentes momentos del 2020.
Cinco meses antes, esas mismas organizaciones habían denunciado espionaje del ejército en contra de activistas y periodistas en la actual administración federal, en diferentes momentos del 2020.
El 3 de julio de 2020 el ejército perseguía una camioneta. Pero ese operativo terminó con doce personas muertas. La Sedena reportó el hecho y lo minimizó, por un lado, pero por otro trató de manipular la verdad. Dijo que “había doce personas reducidas” y después señala a todos los muertos como agresores.
Fue el defensor de derechos humanos Raymundo Ramos quien comenzó a recabar información en torno al caso. Familiares de tres de esas víctimas se acercaron a él para contarle otra realidad. Primero, mostraron pruebas de que no eran miembros del crimen organizado ni agresores. Al contrario. Eran civiles secuestrados por delincuentes.
Luego, otras informaciones corroboraron que esas tres personas iban amarradas. El 24 de agosto de 2020 un video publicado por el diario El Universal y tomado por uno de los militares que participaba en ese operativo, da cuenta de la ejecución de un sobreviviente. A pesar de que mandos del ejército que ordenaban el cese al fuego, los soldados hicieron lo contrario.
Una de las personas que estaban tiradas movió una mano y un soldado que se encontraba cerca, gritó:
-¡Mátalo ¡Mátalo!
Y ahí mismo fue ejecutado.
Ese video dio pie a una mención de AMLO, ese mismo 24 de agosto, y prometió que se llevaría a cabo una investigación. La organización Citizen Lab de la Universidad de Toronto ya había emitido un dictamen forense del celular del activista Raymundo Ramos, y concluía que su equipo había sido infectado entre el 16 de agosto y el 3 de septiembre de aquel año.
“Además, Raymundo Ramos recibió una notificación de parte de Apple, en la que la propia compañía le dice que tiene sospechas de que su teléfono habría sido infectado con un malware como el de Pegasus, un ataque patrocinado como el Estado. Dado este contexto, la información que prueba que el ejército estuvo detrás de este espionaje que Apple alertó y que Citizen Lab corroboró, es este documento”, dice Luis Fernando García, director de la Red, quien muestra un papel fechado el 2 de septiembre de 2020.
Se trata de una tarjeta informativa creada por la inteligencia militar que da cuenta de conversaciones de Raymundo Ramos con periodistas en relación a la matanza de las 12 personas. Las comunicaciones suceden en la ventana de tiempo en el cual el equipo de Ramos pudo haberse infectado. Las comunicaciones refieren pláticas de Ramos con periodistas de Televisa, de El Universal y de El País.
La tarjeta está firmada por el Estado Mayor de la Defensa Nacional y la Subjefatura del Inteligencia del Centro Militar de Inteligencia (CMI) 2001-6861. Como asunto, indica “informar las actividades de Jesús Raymundo Ramos Vázquez, Presidente| Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo A.C. para desprestigiar a las Fuerzas Armadas con fines de lucro y en beneficio del “Cártel del Noroeste” (CDN).
Después, la ficha de la Sedena despliega una serie de “antecedentes” que relacionan al activista con narcotraficantes. Dice, por ejemplo, que Raymundo Ramos tiene amistad con Ana Isabel Treviño Morales, alias “La Señora”, y que es hermana del narcotraficante Miguel Ángel Treviño Morales, alias “Z-40” y de Óscar Omar Treviño Morales, el “Z-42”.
El ejército culpa al defensor de haber ayudado a Luis Enrique Puente Gutiérrez, “El Borrado” y que ubica como jefe operativo del (CDN) para “elevar una queja en contra del Pnal. del 16/o RCM” por un presunto allanamiento ilegal en el domicilio del supuesto narco, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
La Sedena afirma que fue el propio Ramos quien envió el video de la ejecución al diario El Universal y alertó a otros medios de comunicación. Los soldados acusan además que “Ramos Vázquez envió otro video donde se aprecia la autopsia que se hace a los cuerpos de los sicarios reducidos, quedando de darle la primicia sobre un artículo de su autoría que elaboró para Amnistía Internacional Europa y Américas (sic)”. Los soldados reportan que Ramos siguió enviando información a otros medios, entre ellos El País y después concluye que “mantiene vínculos con el ’Cártel del Noroeste’ aprovechando su calidad como activista de DD.HH., lucra con la información del desempeño de las FFAA para sus intereses, obteniendo beneficios económicos y favoreciendo a la delincuencia organizada”.
Luego, en esa tarjeta de espionaje se recomienda que “se proporcione con carácter confidencial a la Policía Ministerial Militar para que sirva como elemento de juicio para su investigación”. El documento está firmado por HMR-CBPE.
El 23 de marzo de 2023 el presidente López Obrador respondió desde su tribuna de la Mañanera que el defensor de derechos humanos Raymundo Ramos había marcado a un número celular de un narcotraficante del Cártel de Noroeste y que esas llamadas habían sido gabada por “la inteligencia” del ejército porque se investigaba ese narco. Dijo que no se había utilizado el programa Pegasus pero sí otro similar. “Yo tengo otros datos. El centro militar de inteligencia no opera Pegasus y hay sistemas, no necesariamente Pegasus, pero son sistemas que llevan a cabo el mismo sistema de Pegasus”, respondió AMLO a una pregunta de periodistas en ese foro.
Después se fue contra las filtraciones que ha realizado el grupo de hackeo Guacamaya y lo acusó de trabajar para el empresario mexicano Claudio X. González. “¿Quién es Guacamaya, quien hace ese espionaje? sospecho que son agencias internacionales vinculadas con Claudio X González”, dijo. El 10 de marzo el mismo AMLO había asegurado que se había detenido una investigación en contra de Ramos, peor no desaprovechó para sugerir que está involucrado con el narco porque un reportero lo denunció en la Mañanera. Pero acerca de eso, no pudo mostrar ninguna prueba y se deslindó. Aceptó, en cambio, que las instancias que “hagan inteligencia” deben contar con equipos como el de Pegasus.
AMLO ha defendido al ejército desde el inicio de su mandato, en 2019, pese a que una de sus posturas de campaña y de vida era la de enviar a los soldados a los cuarteles y acotarles poder político, público y de fuego. Una vez nombrado presidente y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, su opinión y sus acciones cambiaron.
Los héroes de un chico
En el estacionamiento de un centro comercial Walmart en Toluca, en la avenida Alfredo del Mazo, un joven de unos 15 años empuja un carrito con comestibles. Lleva refrescos y algunas bolsas de lona de colores fosforescentes. Se bambolea en el incierto pavimento, maltratado y agujereado mientras se dirige a su auto en compañía de su familia. Entonces, detrás de él, una camioneta del ejército pasa rodando lentamente. El chico del carrito de los víveres la ha visto acercarse y ahora aminora el paso. Cuando está más cerca, levanta los brazos y hace cabriolas para que los soldados noten su presencia. Y aunque no le devuelven el saludo, el joven está exultante y en su rostro puede verse el negro abismo de la admiración sincera y fanática. Tiene la sonrisa enorme del aficionado que acaba de saludar a la estrella del futbol. Pero sus personajes admirados patrullan, armados y alertas, en un centro comercial a la una de la tarde. El ejército ha comenzado a hacerla de policía y hasta ahora los resultados no son buenos.
-¡Son mis camaradas! – grita el chico, vestido todo de negro y abrasado por el calor inusual de marzo del 2023, un mes en el que la letalidad del ejército ha quedado demostrada una vez más porque un grupo de soldados ha asesinado a cinco jóvenes en Nuevo Laredo y después los ha acusado de narcotraficantes, de ser integrantes del Cártel del Noreste.
¿Qué impele a un joven de secundaria a saludar tan fervorosamente al ejército, perpetrador de matanzas y desapariciones como la de Ayotzinapa en 2014 precisamente contra estudiantes? Son varios factores, entre ellos la fervorosa defensa que hace casi todos los días el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de las fuerzas armadas, y de insistir públicamente en que bajo su mando los soldados han cambiado, han dejado de asesinar. El ejército es el mismo que desapareció a los 43 de Ayotzinapa y en cambio su estructura ha sido reforzada con presupuestos inauditos. Se le ha entregado el control de la seguridad pública y de más de 260 acciones que estaban bajo responsabilidad civil. Además, se ha creado la Guardia Nacional y el propio AMLO ha justificado que espíe a civiles y activistas diciendo que se trata de labores de inteligencia.
El chico del carrito de los víveres tiene en el rostro la sonrisa implacable de quien desconoce la historia reciente de la violencia en México y se va con su familia, una mujer y una joven, explicando que los soldados se le quedaron viendo, que casi lo saludan, que casi se detienen y se bajan.
El 12 de marzo familiares de militares inconformes con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, han marchado en algunas ciudades reclamando “lo injusto” que ha sido el morenista con algunos de ellos. Esta marcha revela que no todos en las fuerzas armadas se pliegan ante el poder presidencial. El propio presidente había alertado de esta marcha días antes, descalificándola porque podía estar convocada por “la derecha” mexicana, a la que el López Obrador señala como la enconada adversaria de su gobierno.