Toluca, México.
Ramsés Mercado: información e imágenes. Miguel Alvarado: texto.
Toluca tiene un rey y hoy lo coronaron. Se trata del alcalde priista Raymundo Martínez Carbajal, a quien le entregaron un nombramiento como el Rey del Bache. Lo hizo Gabriel Medina, un activista que ha implementado una particular campaña para visibilizar el “agujero maestro” que es todo el municipio. En la capital del Estado de México no se puede circular de manera adecuada y las calles lucen peor que los paisajes lunares de las películas de ficción. En algunas colonias y barrios, sobre todo en las del lado norte, eso ya tiene carácter de crisis. La ciudad está abandonada y si hay planes o programas para bacheo, no han funcionado desde 2021.
Medina y un minúsculo grupo se apersonaron al envallado palacio municipal para darle legitimidad al reino de los hoyos, a la comarca de las avenidas destrozadas, al imperio del pavimento atroz. Llevó un pliego en el que, cual habitante medieval, imprimió un texto que comenzaba con un redundante “Las y los ciudadanos de la ciudad de Toluca…” que daba pie a la descripción de las vialidades y lo nombraba “Ray del Bache”. Abajo, otra frase decía “¡Viva el Rey, muera el mal gobierno!”.
Una corona dorada, parte de un disfraz de emperador, fue incluida en los obsequios para el edil. Llevaba unas cuantas lentejuelas de colores como parte del rico enjoyado de aquel juguete, retratado decenas de veces por periodistas que se dieron cita. Además, un fino cojín fabricado a mano en suave tela teñida de granate acompañaba a esa corona.
-Hoy soy un mensajero del Rey Pueblo y venimos a visitar al Rey del Bache. La situación de Toluca es alarmante y preocupante. Hay un ambiente de ingobernabilidad y considero que hay que darle voz a la ciudad. Por eso […] vamos a entregarle dos obsequios, uno es un nombramiento, que me hicieron llegar vecinos… dijo Medina como parte de sus razones, hasta que fue interrumpido por una mujer.

-¿Dónde están los vecinos?- les espetó. Y como si fuera una señal, ahí comenzó el barullo. Se le arremolinaron unas cien personas que lo insultaron y cuestionaron. Ya la policía municipal estaba ahí, como participante del cerco que se fue formando.
Esa ceremonia sería todo, menos tersa. El gobierno municipal había convocado una hora antes a un acto público relacionado con el bacheo. Una hora antes, el alcalde había estado ahí, rodeado de empleados afines y de su fuerza callejera de choque, que ha implementado con ayuda de líderes ambulantes que trabajan en el centro del municipio. Todos, menos el presidente municipal -que se fue una vez terminado su aquelarre- esperaron a que llegaran Medina y sus regalos.
Se había cercado el perímetro del palacio y solamente hubo un acceso por el portal. Medina entró con muy pocos aliados, y al estar frente al edificio, la fuerza bruta del alcalde se les fue encima. No lo agredieron, pero lo abuchearon y lo llenaron de reclamos. Le reclamaron, por ejemplo, que ésta no era una temporada para bachear. Pero fue enfrentándolos uno a uno y finalmente los desactivó.
En medio de la gritería y los insultos, Medina calificó al gobierno de Martínez como el último ápice de autoritarismo, “del PRI caduco que hoy está mal gobernando esta ciudad”. Luego, disculpó a Juan Rodolfo Sánchez Gómez, el anterior alcalde, de extracción panista pero abanderado por Morena, que dejó al municipio con una deuda de hasta 2 mil millones de pesos con proveedores y trabajadores del ayuntamiento, y que hasta la fecha no se ha podido o querido pagar.
– ¿Por qué no hay un solo procedimiento en su contra? ¿Por qué Juan Rodolfo, si robó, no está en la cárcel? ¿Por qué Raymundo Martínez no ha iniciado procedimientos? Esa es la gran pregunta. Entonces, como dijera nuestro presidente Andrés Manuel, eso es politiquería- dijo Medina, quien sabe que las respuestas se hallan en los libros de la Tesorería y que en ese tema en particular también cuentan las coyunturas políticas que inciden en el inicio de los procedimientos. Una cosa es Sánchez Gómez y otra el actual edil, pero ambos son responsables del estado de las finanzas y de la ciudad.

La corona fue alzada por Medina y la gritería se desató. Los paleros del alcalde reían, divertidos, pero su consigna era reventarlo. Mientras Medina enseñaba esa corona como un trofeo olímpico, se llevaba chiflidos y el cántico habitual del “¡fuera, fuera!”.
– El alcalde ha dicho que buscas provocarlo, que busca dinero, lo ha dicho en cabildo… le preguntó alguien.
-Le diría que no somos de la misma raza, soy perro, pero no tanto. No soy como él, que ha hecho del cargo público un negocio, que utiliza la autoridad del gobierno para enriquecerse y para oprimir a quien piensa distinto. Mi objetivo aquí no es hacer negocio, a menos a que a todos ustedes les dé un contrato de bacheo.
Que Raymundo se acostumbre a este tipo de acciones, dijo luego, en tanto recordaba que ya había sido atacado hace unos meses en la colonia El Seminario, cuando jugaba golf en una calle llena de baches.
-En calles pavimentadas como Lerdo, a la altura de la jabonera Longares, la pavimentación duró mes y medio y hoy el asfalto nuevo se está abriendo- dijo Medina, que también recordó que el alcalde hizo obras en la avenida Morelos, que atraviesa la ciudad, pero no la pagó. Y reiteró que las brigadas de bacheo son ficciones. Al final se fue entre una lluvia de botellas cuya agua mojó a los periodistas y a la pequeña comitiva responsable de esa unción. Medina se fue, lo mismo que la gente contratada para reventarlo. Se fue el alcalde y se fueron los policías. Los periodistas también se retiraron.
Cuando ya nadie había, cuando todo quedó en calma, los miles de bache en la ciudad seguían ahí.