13 enero, 2025

¿Qué se sueña en Palestina?

¿Qué se sueña en Palestina?

Ciudad de México; 19 de mayo de 2024

Erick Rove/ Periódico de Poesía/ UNAM

A pesar de que la voz poética admite no tener parientes asesinados, la intensidad del dolor y la indignación que siente ante la violencia y la barbarie se palpan: son reales. En lugar de ser un alejamiento de sus circunstancias, la poesía y el sueño le permiten a Darwish no sólo experimentar y dar voz a su dolor y al de su pueblo, sino reconocer la humanidad y a las víctimas en cualquier lugar.

¿Qué hay más allá de las imágenes que circulan sobre Palestina? ¿Cómo adentrarse en la compleja realidad de la ocupación? Tal vez, la única respuesta posible sea la que nos sugiere Najwan Darwish (Jerusalén, 1978): habría que dormir en Gaza. Y con razón: quien se recoge en algún sitio para pasar la noche se vuelve consciente de los peligros del entorno. También sería una invitación a imaginar las circunstancias: ¿es silenciosa o ruidosa la noche en Gaza?, ¿más segura o más peligrosa que en el día?, ¿es una noche larga y pesada o un parpadeo fugaz que nos impide descansar profundamente? Y al final, tras conciliar el sueño, ¿qué se sueña en Palestina? Sólo al adentrarse en la oscuridad de la ocupación, se puede comenzar a comprender su complejidad y a ponerles nombre a las siluetas borrosas que vemos desde acá.

Lo cierto es que la literatura palestina se ha mantenido prácticamente en la penumbra, con una difusión restringida que se esparce más bien en charlas y eventos, los cuales buscan expresar solidaridad con un pueblo en lucha. Sin embargo, de vez en cuando, algún título de autores jóvenes logra trascender las fronteras de la región y encontrar su sitio en el corazón de los lectores mexicanos. Tal es el caso de Durmiendo en Gaza (2017), obra publicada por Valparaíso México como parte de su colección de poesía y traducida por Diana Sofía Calderón y Alí Calderón.

Darwish, hijo de refugiados, actualmente se desempeña como periodista y editor en jefe de la sección cultural del periódico Al Araby Al Jadeed. Sin embargo, sus verdaderas pasiones se despliegan en la literatura, donde plasma con maestría las vicisitudes de un pueblo que lucha por su libertad en una tierra que se le escapa de las manos. Aunque comparte apellido con el inmortal poeta nacional, Mahmoud Darwish, no tiene lazos sanguíneos con él y ha trazado su propio camino literario, que lo ha llevado a diferenciarse de su compatriota.

Los versos que componen el libro de Najwan son un volcamiento sobre sí mismo, símbolos y llaves que abren puertas de hogares íntimos. Estos ejercicios se asumen dolorosos y, en ocasiones, incluso derrotistas. Reflejan en el fondo realidades guardadas que, sin embargo, están a flor de piel durante la noche. Sus poemas, como sueños, reflejan lo que emerge al cerrar los ojos en Palestina:

Su escritura, así, es un lecho de metáforas que evocan los privilegios en las luchas por la justicia. El que amanezca y la tragedia no sea mediatizada, sólo refuerza esta sensación. Esta desesperanza se muestra a lo largo de toda su obra e incluye al lector en un panorama desolado. La causa palestina es, entonces, asunto de quienes se enfrentan al devenir de la Historia, entendida como el irreparable dominio de los vencedores: “A pesar de la evidente futilidad de su tarea, estos viejos abogados siguen matándose por la defensa de nuestro caso, que es absolutamente irremediable”.

A diferencia de algunas expresiones usuales en la poesía palestina, que a menudo revelan una férrea combatividad, Darwish se enfoca en las contradicciones internas de los palestinos. En ese ir hacia dentro hay figuras que incomodan, cruces y ríos de sangre como culpa y mandatos. Por ejemplo, en el poema “Maryam”, la voz poética describe a una madre sumergida en la lectura de libros sobre Jesús, y declara: “Qué seria se pone en su investigación sobre Jesús esta mujer a la que siempre he decepcionado: no fui martirizado en la primera Intifada, ni durante la segunda, ni siquiera durante la tercera. Aquí entre nos, no voy a convertirme en mártir en ninguna Intifada por venir. ¡Y tampoco moriré reventado por una bomba de preocupaciones!” Así, las palabras de Darwish abren y revisan esas realidades inconscientes que exigen sacrificios, martirios y ofrendas.

De esta forma, dormir en Gaza es estar en una permanente línea de batalla que no permite el descanso en sitio alguno. Afloran los recuerdos, las visiones, el resentimiento por la guerra pero también por los amores perdidos. Está la figura del mar, de las nubes, de chefs que cocinan el sol y lo marinan en vino, de árboles, de columpios que se quedaron solos y de cadáveres con sueños eternos. En el poema que da nombre al poemario, escribe:

El poeta sueña y en su sueño circulan los símbolos que forman el engranaje de la guerra. Desfilan los arquetipos: el país que aprisiona, la figura del refugiado que siempre hace sentirse ajeno, el sabor amargo de la tierra. En su poema “País”, escribe: “Por tu culpa estoy también en guerra conmigo mismo. Cuando duermo, a causa tuya, estoy en guerra con mis sueños”.

Despierto o dormido, Darwish es consciente de la realidad que se vive en su tierra y no puede evitar sentir repugnancia por la guerra que devasta a su gente. En su poema “El autobús de la pesadilla”, Darwish hace una denuncia del horror y el dolor que experimenta su pueblo al describir escenas espeluznantes y atroces que no se borran y, por el contrario, se impregnan en la almohada:

A pesar de que la voz poética admite no tener parientes asesinados, la intensidad del dolor y la indignación que siente ante la violencia y la barbarie se palpan: son reales. En lugar de ser un alejamiento de sus circunstancias, la poesía y el sueño le permiten a Darwish no sólo experimentar y dar voz a su dolor y al de su pueblo, sino reconocer la humanidad y a las víctimas en cualquier lugar. Najwan sueña a través de su poesía: “Soy un refugiado en Creta”, “soy también un egipcio”. Sin embargo, este sentido de empatía se refleja principalmente en “Carnet de identidad”, donde reflexiona sobre cómo el dolor es un lugar que, al menos, nos une. En este texto brillante, que linda más en las fronteras con el ensayo lírico, el autor explora la complejidad de su propia identidad cultural y la de aquellos que comparten su situación. El poeta es entonces palestino, pero también armenio, sirio, egipcio, iraquí, amazigh y judío.

La poesía de Najwan Darwish refleja la desesperanza que nutre su poesía, pero también poderosas reflexiones sobre la identidad cultural y su vínculo con la lucha en contra la opresión. Celebro esta edición, que trae consigo a una de las voces más reconocidas en el mundo árabe actual, con un libro que arroja luz a esa larga noche que no acaba para el pueblo palestino. En su obra se refleja la impotencia, el dolor de la ocupación, la monotonía cotidiana que provoca que algunos quieran dormir por meses enteros. Aún más: la angustia que surge al presenciar cómo el lenguaje cambia para, en otra lengua, nombrar el mundo que conocía y que, ante ello, inventa otro sistema de correspondencias a través del sueño. Su poesía, aunque introspectiva, es un reflejo de la historia de su pueblo y, a la vez, una invitación a reflexionar sobre la injusticia que se extiende más allá de las fronteras de Palestina. Una invitación que todos, de una forma u otra, soñamos: “Son los sueños de alguien más, vienen contigo”.

Erick Rove / Escritor. Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas y maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Sus investigaciones se centran en la exploración de la materialidad de la escritura en contextos de resistencia, así como en el análisis de la transmisión de la memoria a través de la literatura en América Latina y el mundo árabe.

Najwan Darwish, Durmiendo en Gaza. Diana Sofía Calderón y Alí Calderón (trad.), Valparaíso México, Querétaro, 2017, 68 pp.

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