Redacción VcV
Toluca, México; 17 de enero de 2020. El dos de diciembre de 2018 la vida de la familia Peña Rivera cambiaba para siempre. De nueva cuenta, daba un giro y la conducía por otros caminos. Ese día Enrique Peña amanecía sin el poder presidencial que por seis años ejerció junto con parte del Grupo Atlacomulco. Atrás quedaba una administración plagada de yerros, impunidad y corrupción. Un día antes, Peña debió aguantar como pudo la feroz crítica de su sucesor, Andrés Manuel López Obrador, que le descompusieron el rostro y hasta ahora nada más, pues acerca de una investigación a la administración de Peña nada se ha hablado.
Peña y su esposa, la actriz de telenovelas Angélica Rivera, tardaron cinco meses en anunciar públicamente que estaban divorciados. A Peña, recomponer su vida privada le tomó muy poco tiempo porque en marzo ya salía con la modelo mexicana Tania Ruiz, y había hecho de Madrid una de sus estancias habituales.
Entonces, apenas llegado a su término el poder, la familia presidencial se desintegró, pero ninguno de sus integrantes castigó su nivel de vida. Es el caso de la hija mayor del expresidente, Paulina Peña Pretelini, quien vive en Estados Unidos y en octubre cumplió 24 años. Estudia fotografía, una segunda carrera, después de haber terminado la carrera de Dirección Internacional de Hotelería.
Ella, desde las imágenes que comparte desde su cuenta de Instagram, @paaulinapepretelini, elabora una crónica acerca de cómo ha sido la vida después del poder. Con 168 mil seguidores, la hija del ex presidente es considerada una influencer entre los jóvenes de su edad, aunque en realidad ella sea el reflejo de una sociedad profundamente desigual, corrupta y maniquea, con ciudadanos de primera, de segunda y de tercera, como lo confirma la joven mexiquense.