17 abril, 2024

Postales para antes del Grito

Miguel Alvarado

Toluca, México; 15 de septiembre de 2019. La lluvia no falta nunca la noche de 15 de septiembre. Siempre llueve pero la fiesta nunca se cancela. Es decir, eso que se entiende por festejo patrio, una cosa extraña que a veces termina por helar la sangre porque nos resulta ajeno debido a la época que nos ha tocado vivir y que es igual a un sistema disfrazado que en realidad es la esclavitud.

Días antes de la hora de la Independencia, las casas de la colonia Aviación en la zona rural de Toluca, en San Pablo Autopan, engalanan sus paredes grises -algunas a medio levantar- con las banderas de México, que el viento inclina hacia todos lados. Esta es una colonia pobre, muy pobre, a espaldas del mercado de Palmillas, y a las 17:25 ya llueve. En una colonia tan miserable como esta, ver las banderas de México clavadas en las azoteas, mojadas, significa que no habrá nada más para quienes viven en esta parte de Toluca, porque todo lo que tenía que repartirse ya ha sido repartido.

II

En Tollocan, a las 11 de la mañana, los caballos de la policía montada salieron desbocados cuando algunos cohetes estallaron cerca de ellos, espantándolos de muerte. Este día jugaba el Toluca, y era una fecha poco propicia para el futbol porque la mayoría está atenta a otras cosas, aunque nunca esperaron un tropel de corcel por la avenida más importante de la ciudad. Pronto y primero que nadie, las redes sociales informaban de todo esto casi en tiempo en real y el video que alguien había tomado mostraba el accidente más espectacular que dejaría esa travesía equina. Pero la culpa de esa tragedia la tuvo una patrulla detenida en el carril de alta velocidad, por donde corrían los caballos, porque se detuvo encendiendo las luces de su torreta.

Entonces, al verla, los caballos se desviaron.

Los animales saltaron el camellón que dividen los sentidos de circulación y trotaron a contraflujo. El caballo que encabezaba el grupo -que al final se dijo era de 8 caballos, aunque al principio las versiones llegaron a decir que eran 15- condujo al resto por la nueva ruta. Ahí, un taxi embistió a q aquel guía asustado y enceguecido, levantándolo por lo aires, quebrándole las patas y matándolo casi en el acto. Todavía la fuerza del animal destrozó la carrocería del auto y alcanzó para lesionar a los que viajaban ahí. El saldo final fue de dos personas heridas, algunos autos destrozados y una conmoción, una especie de tristeza por la suerte de esos caballos, que nacieron para morirse de nada, por nada, por nadie.  

III

En el estadio Nemesio Diez, al cual se le cayó la “z” del enorme letrero que lleva el apellido del empresario español que dio forma al Toluca de primera división, después de incumplir compromisos con los fundadores del equipo, los diablos rojos volvieron a perder, esta vez contra el Morelia, que los derrotó dos goles a cero. Casi en el último lugar, al Toluca las fiestas patrias no le sientan bien.

Es 15 de septiembre, un día en el que cualquier cosa puede pasar.

IV

Autopan,  a pesar de su pobreza, prepara como puede el festejo del Grito. La iglesia del pueblo organizó una kermesse y desde la misa dominical el sacerdote anunciaba que el alcalde Juan Rodolfo Sánchez Gómez encabezaría la ceremonia, junto con los Cadetes de Linares, un grupo musical que ha sido inspiración para el amor y lo contrario. La gran tarima armada en el centro del pueblo parece confirmar que sí, que habrá algo importante, porque la presencia del alcalde es importante aunque no lo parezca.

En el jardín de la casa de Autopan, un rehilete verde, blanco y rojo revuela con el viento huracanado. Es para ahuyentar a las palomas, que lo miran como riéndose, desde el pretil más alto que pudieron encontrar.

V

Un hombre sale corriendo de su casa. Busca ayuda desesperado. En sus brazos carga el cuerpo de un niño de tres años, desangrado de la cintura para abajo, luego de que cayera en el metálico abrazo, en las fauces de una cortadora. El hombre tiene las ropas sucias de tinta, como si trabajara en una imprenta pero el atuendo del niño está limpio, sólo la sangre lo viste con los colores del atardecer. Todos los rojos en una sola mancha que se escurre por el pantalón de mezclilla y le amanecen y le anochecen al mismo tiempo en un goteo que la acera registra en exactísimos regueros cada dos centímetros. El hombre se detiene. Deja de gritar. Un médico le hace señas para que se acerque. Un hospitalito le envía los guiños terribles de las lámparas afuera, apenas aluzadas en la moribunda fortaleza de las ceras. El hombre no puede más. Cae de hinojos mientras el médico corre hacia el niño. Lo toma en sus brazos pero una pierna casi desprendida le ordena moderación y camina entonces, casi mareado, por el camino esmeralda de aquella luz final. Las puertas del hospital se cierran por un momento y llueve.

La muerte apenas comienza.

Esto sucedió por la mañana en San Felipe del Progreso, otro municipio tan pobre como Autopan en el Estado de México. El niño, para terminar la historia, muere debido a la pérdida de sangre y el padre regresará al trabajo luego de dos días de luto y borrachera que le durarán toda la vida.

Aquí en La Aviación, a las 17:49, alguien pone una canción de Vicente Fernández en los altavoces de una aparato de sonido. Es una canción de Camilo Sesto, que acaba de morir, a los 72 años. “¡Que se escuche más fuerte!”, dice el último charro de México al público cautivo que tiene que escucharlo, a fuerza o deleitado, en las casas grises y a medio terminar de la colonia Aviación.

VI Esta es parte de la sentencia dictada contra Miguel Hidalgo por el tribunal español que lo juzgó: “Habiendo conocido juntamente con el señor comandante general de las provincias internas de N. E., brigadier de los reales ejércitos don Nemesio Salcedo, la causa criminal formada de oficio al Br. D. Miguel Hidalgo y Costilla, cura de la congregación de los Dolores en el obispado de Michoacán, cabeza principal de la insurrección que comenzó en el sobredicho pueblo el día 16 de septiembre del año próximo pasado, causando un trastorno general en todo este reino, a que se siguieron innumerables muertes, robos, rapiñas, sacrilegios, persecuciones, la cesación y entorpecimiento de la agricultura, comercio, minería, industria y todas las artes y oficios (…) y hallando al mencionado D. Miguel Hidalgo evidentemente convicto y confeso de haber sido autor de la tal insurrección (…) privo para siempre por esta sentencia definitiva al nominado D. Miguel Hidalgo y Costilla de todos los beneficios y oficios eclesiásticos (…)”, y que incluía el fusilamiento, previo acuerdo de no dispararle en la cabeza, porque la calavera del sacerdote sería conservada y llevada a Guanajuato, colocada sobre su féretro, para escarmiento de quien quisiera seguir sus pasos y de sus asociados, según la versión recopilada por Carlos María de Bustamante.

Tags

Cuéntaselo a todos

Redacción VCV

Redacción VCV

Noticias relacionadas

Suscríbete a nuestro boletín de noticias