Tártaro
Por Adrelll Romero
Querido autorretrato:
Esa violencia. ¡Cabálgame!
Bebió agua de azahar, se sintió amedrentada, levantó los ojos y pensó que también los hombres se equivocan… No fue azar lo que pasó.
Nacía un espectro blanco con pico y cara de pájaro. Ella esperaba esa señal. La ráfaga fue estridente a 25 kilómetros. Su cuerpo se fragmentaba. Levantó los ojos y pensó que también las bestias se equivocan.
Domado estuve en ese entonces, testigo del deseo de ella hacia mí.
Plasmado en sus lienzos soy un caballito de madera. Belleza de lo que fue sin condiciones aquel mundo. ¡Cabálgame!
La pérdida de sus recuerdos ayudó a disipar la historia. Todo era color rojo, fórmulas de una vieja creencia sobre la extinción… le asfixiaban los muertos.
“La casa de los locos”. ¡Cabálgame!
Leonora estaba desnuda con una epilepsia de cardiazol. Miraba los cuerpos de los otros. Ella convirtió a todos los que estaban en ese lugar en madera y vi cómo la ráfaga terminaba con esos rostros. Yo estaba a salvo a 25 kilómetros de allí.
¡Cabálguenme!, les digo ahora a las hienas, porque soy el último eslabón de su cordura. Ahora está conmigo galopando hacia otras tierras… otras aventuras…
Nunca olvidaremos el exilio de los años treinta. En ese Santander, en esa España. Ni ella ni yo.
Tártaro, el caballo que mece la risa de las hienas.
¡Cabálgame!
Adrelll Romero (Metepec, Estado de México). Artista interdisciplinaria. Tiene estudios de pedagogía, teatro, literatura y composición musical. Es licenciada en Actuación por la Casa de Teatro. Ha publicado la plaquette Misterios de los zapatos plumas que en tango fado sueñan (Diablura Ediciones, 2018) y el libro-objeto Heidi (Caruso, 2018). Correo electrónico: adriaoxidiana@gmail.com